¡Hay que ver las vueltas que da la vida!

Me llamo Patricia. Esta soy yo de pequeña. Nací hace un suspiro. Aquí mismo, en la que era la casa de abuela.

Cuando pasas toda tu infancia en lugar, viviendo hermosos recuerdos, lo consideras el rincón más bonito del universo.

Compartirlo con personas de todo el mundo es muy gratificante.

Yo quería ser médico o química, hasta que un mal profesor de física me hizo cambiar de rumbo.

Entonces me hice científica de las letras, es decir, filóloga.

Tras acabar los estudios estaba perdida, me había dado cuenta de que la enseñanza no era lo mío.

El camino se recorre mejor en compañía.

Por supuesto, no estoy sola. Soy afortunada de contar con la ayuda de Bibi.

Casualidades de la vida, durante años coincidimos en el autobús que nos llevaba a la escuela. Participábamos en las mismas actividades que había en el pueblo para los jóvenes.

Cada una siguió su destino hasta que nos encontramos hace 7 años.

Yo necesitaba ayuda con la limpieza, una persona de confianza a la que le gustara el trabajo bien hecho.

Desde entonces se ha convertido en mi mano derecha.

Se toma su tarea muuuuy en serio.

Siempre está pendiente de lo que necesitan los huéspedes.

El futuro me deparaba una sorpresa. 

 

Mis hermanas empezaban a volar.

 

Yo también decidí vivir nuevas experiencias y me fui de Au-pair a Francia.

Mientras tanto mis padres empezaron a convertir nuestro hogar en una casa rural y darle vida de nuevo a las habitaciones.

Volví para ayudar durante el verano del 2001.

Aquello sí que fue una odisea.

Con los años me fui enamorando de este trabajo y decidí quedarme.

Enigmas del pasado.

Buscando información sobre la casa en los documentos antiguos de la familia descubrimos datos sorprendentes.

Aquí vivían monjes procedentes de San Martín Pinario.

Es un misterio qué los llevó a trasladarse a Casa de Casal desde Santiago de Compostela.

La tranquilidad que se respira pudo ser uno de los motivos.

Nuestro lema: nunca dejar de aprender y mejorar.

Cuando empezamos cometimos muchos errores que los huéspedes, la mayoría de las veces, nos perdonaban.

Gracias a sus comentarios fuimos mejorando poco a poco.

Nunca dejamos de perfeccionar nuestras instalaciones, aprender nuevas recetas y ampliar servicios.

Ni siquiera el Coronavirus ha conseguido pararnos.

En plena pandemia inauguramos la Casa Pequena do Casal y reformamos la piscina.

¿Merece la pena?

Por supuesto. Estamos orgullosos del esfuerzo realizado.

Valoraciones en Webs con Booking.com y TripAdvisor son reflejo de la pasión que ponemos en el trabajo.

Este 2021 somos merecedores del sello “Calidad turística en el destino”. Otro premio al esfuerzo realizado día a día.

Ver marchar a un huésped contento es nuestra mejor recompensa.

¡Quién sabe qué otras sorpresas nos depara el futuro!

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